Raúl Pizarro/Marcia Sapiains-PET Periodismo

Desde 2025, Chile contará con el Cable Humboldt, un proyecto de más de 14.800 kilómetros que conectará Valparaíso con Australia y posteriormente con Asia. Esta infraestructura, descrita como un hito para Sudamérica, busca reforzar la soberanía digital regional, disminuir la dependencia de rutas del hemisferio norte y mejorar la estabilidad del tráfico de datos. En un contexto global marcado por tensiones tecnológicas y riesgos cibernéticos, el cable se vuelve estratégico para fortalecer la investigación, la productividad, la educación y la resiliencia digital del Cono Sur.
Históricamente, Sudamérica ha carecido de una conexión directa con el Pacífico Sur, lo que ha generado rutas largas e inestables para el flujo de información. El Humboldt viene a cerrar ese vacío, permitiendo eficiencia y nuevas oportunidades económicas. Aunque el proyecto se gestó hace dos décadas, recién en 2018 avanzó formalmente con un estudio técnico apoyado por el CAF. Durante la pandemia, acuerdos internacionales continuaron vía reuniones virtuales, manteniendo vivo el avance del cable.
La obra también promete impacto local. En regiones como O’Higgins se proyecta expansión de redes urbanas y rurales, generación de empleo e impulso a nuevas inversiones. Además, la reducción de latencia beneficiaría servicios críticos como telemedicina, educación en línea y videojuegos. Uno de los elementos clave del modelo es su acceso abierto, lo que permitirá que múltiples actores adquieran capacidad sin grandes inversiones. Según Desarrollo País, este enfoque evita que gigantes tecnológicos monopolicen la infraestructura y posiciona a Chile como un referente en gobernanza público-privada.
Sin embargo, persisten dudas: no se detallan mecanismos finales de financiamiento, criterios específicos de países asociados ni la forma exacta de conexión con Asia. Tampoco se explica cómo se coordinarán iniciativas de última milla y exigencias de cobertura rural con el despliegue del cable. Aun así, el proyecto es considerado una oportunidad única para democratizar el acceso, modernizar servicios y consolidar la soberanía tecnológica sudamericana.


